Planificación empresarial: Clave para el éxito en 2026

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El último trimestre del año no solo representa el cierre de balances para las empresas, sino que se convierte en un momento crucial que puede determinar si una organización se limita a reaccionar ante las circunstancias o si, por el contrario, toma las riendas del futuro con claridad. Según Patricio Leguía, fundador y CEO de Mi Directorio PyME, muchas pequeñas y medianas empresas sucumben ante la vorágine propia de las festividades y del cierre del ejercicio, relegando la planificación a un segundo plano. Esta falta de previsión puede costarles en términos de claridad, enfoque y rentabilidad al comenzar el nuevo año, creando un escenario en el que las urgencias del día a día limitan la capacidad de reflexión estratégica.

Leguía subraya que el cuarto trimestre debería ser visto como un espacio estratégico para preparar el rumbo del año siguiente. No se trata únicamente de cerrar las cifras del año 2025, sino de establecer una estructura sólida que brinde orden desde el primer día de 2026. Postergar la planificación puede ser el mayor error de una pyme, ya que en enero, las operaciones ya están en marcha y las decisiones deben tomarse rápidamente, sin la debida deliberación. Todo esto se traduce en una regresión en el desempeño organizacional que podría prevenirse con un enfoque proactivo.

Planificar de manera metódica es clave, especialmente para aquellas empresas que enfrentan alta estacionalidad en sus ingresos. Durante este trimestre, es esencial que los líderes empresariales analicen sus números con precisión, para identificar qué estrategias funcionaron y cuáles provocaron una presión no deseada sobre los resultados, tal como indica Leguía. A partir de este análisis, se deben establecer prioridades en los objetivos, definiendo las acciones concretas que facilitarán la ejecución efectiva de la estrategia a partir de enero.

Desde Mi Directorio PyME, se sugieren cinco pasos pragmáticos para una planificación efectiva: primero, analizar a fondo los ingresos y gastos para tener una visión clara de la salud financiera; segundo, revisar los objetivos previos para entender su cumplimiento o falta del mismo; tercero, definir las prioridades que realmente marcarán la diferencia; cuarto, traducir esos objetivos en acciones calibradas con recursos y responsables, y finalmente, comunicar y alinear al equipo para garantizar que la ejecución comience a tiempo, evitando improvisaciones.

Lejos de ser una opción, la planificación anticipada es una inversión que asegura claridad en la gestión. Leguía aconseja a los empresarios que proyecten diversos escenarios (optimista, base y conservador) para anticipar decisiones y mitigar la incertidumbre, permitiendo a la empresa no solo reaccionar, sino actuar de manera estratégica. Al final, aquellas que se toman el tiempo para planificar en el cuarto trimestre no solo sobreviven al año, sino que lo lideran con visión y dirección.