El pasado 17 de mayo, Chile marcó un hito preocupante al alcanzar su Sobregiro Ecológico, lo que significa que ha agotado sus recursos naturales anuales en un tiempo de tan solo unos pocos meses. Este evento coloca al país en la vanguardia negativa de la crisis ambiental, convirtiéndolo en el primer país de América Latina en consumir más recursos de los que la naturaleza puede regenerar en un periodo de un año. Este hecho impactante resalta una tendencia alarmante: es el sexto año consecutivo en que Chile presenta esta situación. Según datos de la Global Footprint Network, si toda la humanidad adoptara el mismo estilo de vida que los chilenos, se requerirían 2.7 planetas Tierra para satisfacer esa demanda, un reflejo claro de la insostenibilidad de nuestros patrones de consumo y producción.
Ante esta dura realidad, la necesidad de que la industria y el sector privado asuman un papel más activo en la búsqueda de soluciones sustentables se hace más urgente. La transición hacia una economía circular se presenta como una estrategia viable que no solo aborda los problemas medioambientales apremiantes, sino que también promete beneficios económicos y sociales. Incorporando principios de eficiencia y reciclaje, las empresas pueden repensar sus procesos de diseño, uso y gestión de productos y materiales, reduciendo así el consumo de recursos y minimizando el impacto ambiental. Organizaciones líderes, como el World Wildlife Fund (WWF), han desarrollado herramientas como el Circular Business Assessment (CBA) para ayudar a las empresas a evaluar y mejorar su desempeño en circularidad, un paso crucial en la dirección correcta.
Un ejemplo notable en este esfuerzo es BASF, una de las principales firmas químicas a nivel mundial, que ha estado trabajando junto al WWF desde los años 90 para integrar la sostenibilidad en sus operaciones. BASF ha implementado compromisos claros para reducir su huella ambiental, incluyendo el abastecimiento responsable y la producción segura y eficiente, orientada a desarrollar soluciones para problemas globales como la escasez de alimentos, agua y energía. La gerenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de BASF Chile, María Jesús López, declaró que el sobregiro ecológico de Chile sirve como un urgente llamado a la acción para que el sector privado se sume a la búsqueda de soluciones que protejan nuestros recursos.
La estrategia de BASF incluye la ambiciosa meta de alcanzar la carbono neutralidad para 2050, logrando ya importantes reducciones en sus emisiones de gases de efecto invernadero. A partir de un impacto positivo reflejado en cifras significativas, la empresa ha conseguido bajar sus emisiones de CO2 de 40 millones de toneladas métricas a 16,9 millones en el 2023, y ha impuesto objetivos de reducción del 25% en todas sus operaciones globales hacia 2030. Asimismo, la compañía reportó una disminución del 60,3% en el consumo de agua en América del Sur, subrayando los esfuerzos que se están realizando en Chile con reducciones del 16,3% en el uso de este recurso vital.
BASF utiliza su método Triple S (Sustainable Solution Steering) para evaluar la sostenibilidad de su portafolio de productos, categorizándolos según su impacto ambiental. Este enfoque busca aumentar la producción de «Soluciones para un futuro sostenible» para que representen más del 50% de su cartera para 2030. Mediante este proceso, BASF busca identificar y eliminar las soluciones con mayores riesgos de sostenibilidad en un periodo de cinco años. La necesidad de que las iniciativas del sector privado se enfoquen en cambiar sus prácticas hacia un futuro más ecológico es cada vez más evidente, ya que estos esfuerzos son fundamentales para asegurar la conservación de los recursos naturales y la salud del medio ambiente en las próximas décadas.








