La tragedia en el club nocturno Jet Set de Santo Domingo ha dejado una marca imborrable en la comunidad, especialmente para aquellos que vivieron momentos de horror esa noche. Carwin Javie Molleja, un joven percusionista, estaba disfrutando de una esperada reunión familiar con su madre, Carmin, cuando de repente todo cambió. En cuestión de minutos, lo que comenzó como una noche de celebración se transformó en un desastre absoluto con el colapso del techo del club, donde más de 200 personas perderían la vida, incluidos amigos y figuras reconocidas de la música.
Con una atmósfera cargada de emoción por el esperado concierto del famoso merenguero Rubby Pérez, la noche prometía diversión y alegría. Sin embargo, el destino tenía otros planes. Carwin recuerda vívidamente el momento en que escuchó un ruido inusual y vio una pequeña piedra caer del techo. «Nadie pensó que eso podría ser un aviso de lo que estaba por venir», expresó Carwin, quien, a pesar del peligro, se aferró a su madre buscando la manera de protegerla entre el caos.
El relato de Carwin sobre la noche fatídica revela la magnitud del descontrol en el club una vez que el techo colapsó. Él y su madre, afortunadamente, escaparon de lesiones graves, pero la desesperación por no poder localizar a su amiga Jessica y a su hermana fue devastadora. Su intento por regresar al edificio, gritando los nombres de sus seres queridos mientras piezas del techo seguían cayendo, es un testimonio de la angustia vivida. «Vivir esos momentos de impotencia es algo que nadie debería experimentar», añadió con una voz cargada de tristeza y dolor.
La llegada tardía de los equipos de emergencia aumentó el sentimiento de caos dentro del club. Carwin, que se quedó en el lugar por cerca de una hora y media después del colapso, no pudo evitar sentir que la situación se tornaba peor. «Las ambulancias y camillas no eran suficientes, y no vi a nadie con maquinaria para ayudar a remover los escombros», mencionó. La escena era desgarradora, con muchas personas tratando de sacar a los heridos y otros lamentando la pérdida de sus seres queridos.
La noticia del colapso ha resonado a nivel nacional, despertando un clamor por respuestas y medidas preventivas. Al final del día, Carwin enfrentó la dureza de la realidad al enterarse de que Jessica y su hermana habían sido encontradas sin vida entre los escombros. La pérdida de sus amigas dejó una cicatriz emocional permanente. «No poder hacer nada por ellas fue horrible», concluyó Carwin, con la voz entrecortada. Las familias de las víctimas requieren de apoyo no solo para el duelo, sino también para comprender cómo pudo suceder tal tragedia en una noche que debería haber sido de celebración.