Londres está firmemente abierta a los negocios, y ese es el mensaje que emana de las relucientes torres de la ciudad, los pasillos del gobierno y las pantallas parpadeantes de la bolsa.
Hace dos años, la prensa británica estaba llena de noticias sobre la salida de la Unión Europea (que el Reino Unido hizo formalmente el 31 de enero de 2020). Era un tema que había dominado los medios de comunicación durante años, y parecía haber pocas señales de que cambiara. Entonces, empezaron a surgir noticias sobre un nuevo y extraño virus respiratorio en una ciudad china llamada Wuhan…
Ahora, los peores excesos del COVID-19 parecen estar remitiendo, y algunas partes del mundo están empezando a sacudirse las restricciones del bloqueo. Hemos descubierto, quizás para nuestra sorpresa, que la vida continúa. La adaptación es una de las claves del nuevo panorama económico, pero el mundo sigue girando y nosotros debemos hacerlo con él.
Entonces, ¿cómo es la situación en el Reino Unido? ¿Cuáles son las oportunidades para los empresarios, los inversores y los líderes empresariales? ¿Cómo ha cambiado el panorama? ¿Es la economía del Reino Unido diferente a la de antes?
La prosperidad británica
En estos momentos, Londres es un próspero centro de la industria tecnológica, que alberga más de 60 unicornios, según el informe anual de la plataforma de crecimiento Tech Nation. Algunos están creciendo a un ritmo extraordinario: DivideBuy, una plataforma de préstamos, registró un crecimiento medio del 20.733% en un periodo de tres años, mientras que Popsa, especialista en libros de fotos, subió un 10.576%. Y las OPI también están en aumento; las salidas a bolsa de tecnología e Internet de consumo representaron más de la mitad del capital total recaudado en los primeros seis meses de 2021.
Esta evolución debería ocupar un lugar destacado en el radar de los inversores y otras personas. Londres ha ido tradicionalmente a la zaga de Estados Unidos en lo que respecta a las salidas a bolsa de empresas tecnológicas, pero el impulso está firmemente en el lado oriental del Atlántico en estos momentos. Una de las razones es que la tecnología se está entendiendo en un contexto más amplio; ya no es sólo el software y las redes sociales, sino el corazón que impulsa las plataformas en todos los sectores, y ahí es donde Londres gana ventaja. La capital es fuerte en profundidad en áreas como la energía, las telecomunicaciones y los servicios financieros, y esa infraestructura le da cada vez más ventaja no sólo sobre Ámsterdam o Fráncfort, sino incluso sobre Nueva York.
Los observadores de Estados Unidos también deben ser conscientes del nuevo entorno normativo. El gobierno del Reino Unido patrocinó una revisión de la forma en que las empresas obtienen dinero en los mercados de capitales, dirigida por el antiguo ministro del gabinete y comisario de la UE, Lord Jonathan Hill de Oareford. Sus recomendaciones se publicaron con un claro sabor desregulador y han sido muy bien acogidas por el Tesoro británico. El canciller Rishi Sunak señaló: “Nuestra visión es la de un sector de servicios financieros más abierto, más ecológico y más avanzado tecnológicamente”.
Esa visión se está cumpliendo en varios frentes. Se revisará el régimen de prospectos para las empresas que buscan financiación y se hará “menos gravoso” (código que significa menos exhaustivo y riguroso). El Gobierno también tiene previsto flexibilizar las normas sobre las acciones de doble clase, permitiendo derechos de voto diferenciados, pero sólo durante un máximo de cinco años y con una proporción de voto máxima limitada a 20:1. Los requisitos de free float también se reducirán del 25% al 15%.
Todo esto es una fuerte señal de intenciones. La clase política ha discutido amargamente sobre una visión para el Reino Unido después del Brexit, pero un tema constante ha sido la creación de un centro de comercio ágil, de libre mercado y regulación ligera, modelado en parte por Singapur y el fantasma del Hong Kong colonial. La actual administración conservadora, a pesar de la pandemia, tiene un viento bucólico en sus velas, y los efectos en la inversión son claros.
Crecimiento de la confinanza
Sin embargo, hay algo más, algo que va más allá de los precios de las acciones y las normas y las salidas a bolsa. Hay, sin duda, un nuevo ambiente en la City de Londres. Como cualquier centro financiero, todavía lleva las cicatrices y las manos ensangrentadas de la crisis financiera. Pero los servicios financieros están creciendo en confianza, empezando a señalar la contribución que hacen a la economía en general y dándose cuenta de que, de alguna manera, han sobrevivido a lo peor de la pandemia.
Este nuevo estado de ánimo combina el alivio -la vida, como he señalado antes, continúa- y una ansiosa apertura. El Reino Unido tiene mucho que demostrar tras el Brexit, como atestigua la hiperactividad de la secretaria de comercio internacional, Elizabeth Truss, forjando acuerdos en todo el mundo. Las primeras predicciones sobre el colapso de los servicios financieros británicos se han demostrado erróneas. Los gestores de fondos están estudiando nuevos cambios en la regulación; el mercado europeo en general se está fracturando entre Ámsterdam, Fráncfort, Dublín, Luxemburgo y París; y las estimaciones actuales son que sólo 7.400 puestos de trabajo se han trasladado de Londres a otros centros europeos.
Londres está firmemente abierta a los negocios, y ese es el mensaje que emana de las relucientes torres de la ciudad, los pasillos del gobierno y las pantallas parpadeantes de la bolsa. Hay una sensación de que todo es posible. Cualquiera que trabaje en el mundo de los negocios o las finanzas debería aguzar el oído, y tal vez mirar los próximos vuelos a Londres.