La decisión del gobierno de Nicaragua de retirarse de la Unesco ha sido objeto de un fuerte pronunciamiento por parte de la Directora General de la organización, Audrey Azoulay. En un comunicado emitido el 5 de mayo, Azoulay expresó su profundo pesar por esta medida, subrayando que afectará gravemente a la población nicaragüense en términos de acceso a recursos educativos y culturales que la Unesco ofrece a sus Estados miembros. Este retiro se produce tras la concesión del Premio Mundial de la Libertad de Prensa al periódico La Prensa, lo que ha desatado una serie de críticas por parte del gobierno de Managua, que ha descalificado el premio como un acto de injerencia y ataque a la identidad nacional.
El gobierno nicaragüense manifestó su rechazo al premio otorgado a La Prensa, describiéndolo como «una progenie diabólica de antipatriotas». Este tipo de expresiones resalta la tensión elevada entre el régimen de Daniel Ortega y los medios de comunicación que abogan por la libertad de prensa y expresión en el país. Desde la perspectiva del gobierno, el reconocimiento del trabajo de La Prensa por parte de la Unesco no solo representa un apoyo a un medio que consideran hostil, sino que también simboliza una falta de respeto hacia los valores profundos de la cultura y la identidad nacional de Nicaragua.
La controversia en torno al Premio Mundial de la Libertad de Prensa, que se entregará a La Prensa en una ceremonia programada en Bruselas, pone de manifiesto la difícil situación de la prensa en Nicaragua. Azoulay hizo hincapié en que el galardón es un reconocimiento vital que se entrega anualmente a individuos, organizaciones o instituciones que luchan por la libertad de expresión. Este año, la elección de La Prensa se presenta como un acto de resistencia en un contexto donde muchos de sus miembros operan en el exilio debido a la represión del régimen.
La directora general de la Unesco destacó que, a pesar de la represión y la confiscación de sus activos, La Prensa ha logrado adaptarse y continuar informando a la población nicaragüense, utilizando plataformas digitales desde varios países. Esto demuestra no solo la resiliencia del medio, sino también la necesidad de espacios seguros para la libertad de prensa y la expresión dentro de un entorno cada vez más hostil. La denuncia del gobierno sobre la supuesta promoción de intervenciones extranjeras por parte del periódico refleja su estrategia de deslegitimar la cobertura crítica que enfrenta.
La retirada de Nicaragua de la Unesco, que entrará en vigor el 31 de diciembre de 2026, marca un hito en las relaciones entre el Estado y la comunidad internacional en materia de educación y cultura. Mientras la Unesco trabaja para fortalecer la libertad de expresión, la decisión de Nicaragua puede verse como un retroceso en la participación internacional del país en la defensa de derechos fundamentales. La situación subraya la complejidad de los desafíos que enfrentan los medios de comunicación en contextos de polarización política y el papel crucial que juegan las organizaciones internacionales en la promoción de la libertad y la democracia.